domingo, 11 de diciembre de 2011

La trupe.

¡Menudo fiestón! Aquí Lucía, la homenajeada con traje de sevillanas en un momento álgido del acontecimiento.

Qué bien lo pasamos juntos y qué ilusión nos hace compartir con vosotros nuestra boda!

La liga, ese oscuro objeto de deseo...

¿Sabéis cuál es el origen de esta tradición? En la Edad Media, época en la que abundaban las supersticiones y creencias, tiempo de brujas y hechizos, a alguna de ellas, o adivino tal vez, afirmó que poseer la liga de la novia era un seguro de buena suerte para siempre.

La voz corrió como la pólvora, y los invitados a las bodas comenzaron a reclamar esta prenda. Tan pesadísimos se ponían, que incluso perseguían a la novia sin descanso. Así que una de ellas, para evitarse los apretujones y el mal rato, decidió quitársela y lanzarla al aire, y que fueran los invitados los que se pelearan por cogerla.

A partir de ahí, en España hemos ido sofisticando el momento hasta llegar al punto de que sea la novia quien decida la persona destinataria de su liga. Y cómo no, ha de ser una buena amiga, que conseguirá su deseo de ser la siguiente en casarse (aunque hagamos un poquito de trampa y eso ya lo sepamos).

Bueno, pues aquí está la culpable de que la siguiente sea yo!